El cambio tecnológico y la nueva
educación han propiciado la aparición de numerosas herramientas, software,
sistemas operativos y aplicaciones, que se pueden destinar o que ya se han destinado
al ámbito educativo.
Nombres como Hot Potatoes, EdiLIM, JClic…
llenan las listas de editores de libros interactivos, que podríamos resumirlo
diciendo que son como libros de texto impresos, pero en la pantalla de un
ordenador, básicamente.
Otros como Go! Animate, Animoto, Screenr,
Edutube… nos dirigen a la creación de vídeos, grabaciones de pantalla o localizadores
de vídeos, que pueden facilitar la tarea del docente. ¿Cómo? Con la posibilidad
de mostrar un vídeo y reducir el tiempo de explicación.
Algunos como Spotify, Podcast… nos
permiten acceder a archivos de música o crear nuestros propios archivos de
audio.
Existen muchos otros como los Códigos QR
tan empleaos en el mercado y el comercio; Pixton, con el que se pueden crear
comics a través de Internet; Prezi, una especie del conocido Power Point pero
elaborado sobre un único lienzo o El Kiosko de las Chuches, una página web
donde se recopilan enlaces a diferentes aplicaciones y temas de educación.
En fin, aunque nos paremos aquí no quiere
decir que estas sean las últimas, todo lo contrario, existe tal variedad que si
continuásemos esta entrada tal vez nunca acabaría. Por ello, vamos a partir de
las herramientas aquí mencionadas para fijarnos en un pequeño detalle:
¿Cómo emplear todas estas aplicaciones de
una manera constructivista donde el aprendizaje no se base en una lección
magistral y sea el alumno quien elabore su propio conocimiento, si la mayoría
de ellas tienen un uso bastante escueto, cerrado y concreto?
La respuesta, bueno, recordáis que hace
poco sacamos a relucir la importancia de trabajar la creatividad en el
alumnado, pues… los maestros deberemos sacar nuestros pinceles y acuarelas y
comenzar a imaginar, comenzando nosotros como artistas, para transmitir estas
mismas cualidades a los alumnos.
Es una tarea bastante ardua, teniendo en
cuenta que aunque nosotros debamos trabajar la creatividad, pocas veces han
hecho eso con nosotros, con lo cual no enfrentamos a la doble tarea de
desarrollar la creatividad en nosotros y en 25 alumnos más. Suena fácil,
¿verdad?
Y no sólo nos debemos detener ahí.
Pensemos por un instante: El Gobierno, los
Ministerios, Concejalías, Juntas… promueven constantemente y hasta la saciedad
la necesidad de lograr una educación basada en el aprendizaje significativo,
donde se trabaje con las Nuevas Tecnologías y que estas sean variadas, pero…
¿nos facilitan en algún momento posibles actividades o puestas en prácticas de
todas las herramientas mencionadas anteriormente?
Sí, nos facilitan, no de
todas, desde luego, puede que sobretodo de las referentes a editores de libros,
pero se contradicen proporcionándonos actividades conductistas y repetitivas
que llegan a aburrir al alumno, al profesor y hasta al ordenador. Se olvidan de
que existen muchas más aplicaciones de las que ellos sólo conocen, porque pocos
se paran a intentar ponerse al día de las tecnologías que conocen y pueden
llegar a usar los alumnos.
De este modo, nos encontramos en una
pequeña encrucijada: nos exigen enseñar partiendo de la creatividad, el
aprendizaje significativo y las nuevas tecnologías. Nos proporcionan
herramientas mínimas, aplicaciones conductistas y ellos no se molestaron en
dedicarse a desarrollar nuestra creatividad.
Y llegará el momento en que nos
encontraremos frente a una clase de 25 o 30 alumnos, puede que con ganas de
aprender o prácticamente desmotivados, esto dependerá del curso y los docentes
que nos hayan precedido; con pocas ganas estudiar y sin ánimo de
prestar atención a ese nuevo maestro que seguramente les suelte el mismo rollo
y los evalúe con un examen. Y nosotros en ese instante deberemos ser conscientes
realmente de a qué nos enfrentamos, deberemos desenvainar todas nuestras armas,
nuestra creatividad e imaginación, utilizar lápices, papel, bolígrafos,
ordenador, pizarra tradicional, pizarra digital, Hot Potatoes, Realidad Aumentada,
Museos Virtuales, Spotify, Animoto… meterlo en una coctelera y diseñar una
serie de refrescos energéticos cargados de conocimientos y motivación. Y, todo
ello, con una serie de recursos sumamente limitados, ganas de enseñar y
paciencia, mucha paciencia.
Es cierto que ejercer la docencia con
este planteamiento se vuelve, complicado no, casi imposible, pero pensemos que
ser maestro es una vocación y que si actuamos de un determinado modo y no de
otro, no es porque nos lo ordenen, sino porque nosotros somos la esperanza de
que esos niños no aborrezcan la escuela, los libros y el simple hecho de
aprender.
Porque sabemos lo importante que será para su futuro conocer los usos
de la información y las tecnologías.
Y, porque puede que un día alguno de esos
niños ocupe nuestro lugar en la profesión y, sinceramente, por lo que a nosotras
respecta, sería un honor que tomará ejemplo de nosotros no aprendiendo como es
habitual sobre “Cómo no ejercer la docencia” sino “Cómo ser un verdadero
maestro”.
Tania y Valeria
No hay comentarios:
Publicar un comentario