jueves, 1 de marzo de 2012

Un Problema. Una Solución


Nuestros padres nacían con un pan bajo el brazo y, si tenían suerte, un libro para ir a la escuela.

Nosotros nacimos con el mundo en nuestras manos al inicio de la era de la información.

Hoy día, los niños nacen con un portátil en una mano, un móvil en la otra y la palabra Internet en la boca.

Supongo que una simplificación similar debió hacer Mark Prensky cuando acuñó los términos: Inmigrante Digital y Nativo Digital.

Tal vez, dichos “apodos” resulten algo abstractos de comprender, pero si lo resumimos podemos decir que:

Son nativos digitales los que nacieron, han crecido y viven día a día con las tecnologías en su vida cotidiana. Los inmigrantes, como dice la palabra, vienen de otra época y se han incorporado a esta nueva etapa aprendiendo a conocer y dominar las nuevas tecnologías.

Seguramente, no comprendáis por qué razón queremos iniciar esta entrada con tales reflexiones, pero la cuestión es sencilla: Si algunos de los profesores actuales son inmigrantes digitales y otros son nativos digitales y tienen que enseñar a nativos digitales, ¿por qué no inician el aprendizaje desde el lenguaje que estos nativos manejan? ¿Qué lo impide?

La respuesta más clara que hemos encontrado es: la educación actual.

Y, es cierto, pensémoslo por un instante. La educación está organizada de manera que se pretende lograr una serie de objetivos y competencias, aquel alumno que no lo logra no avanza en la escuela, la manera de saber si superas el nivel es a través de calificaciones que se deciden mediante un examen, en el que no se sabe si has aprendido, únicamente se descubre si has “memorizado” y contestado “correctamente”. Por lo tanto, lo importante es la nota que obtengas, no lo que has aprendido, o lo que es peor, si has aprendido.

Pues bien, es a este punto al que pretendíamos llegar. Es genial que la legislación establezca las TICs como una competencia más de la educación, que las introduzca en los contenidos de las diferentes áreas, pero: ¿realmente son útiles para que los niños aprendan?

Lo cierto es que sí, son útiles, el problema… el método. Ya hicimos una breve mención a este tema en la entrada anterior. Evidentemente, de poco sirven las TICs si empleamos el mismo método pero con ellas, pues en realidad, no estamos variando demasiado.

La educación necesita un cambio, aunque en cierto modo es volver a los orígenes de la misma. Antiguamente asistir a un colegio era un bien muy preciado y valorado, y que por desgracia pocos tenían el placer de disfrutar. Los alumnos que acudían aprendían y los que no podían ir, querían aprender.

A día de hoy, los niños y niñas desde pequeños tienen ansia de conocimiento, quieren aprender más cada día y ser capaces de descubrir el mundo por sí solos. A día de hoy, los nuevos docentes que comienzan a realizar su labor profesional, desean que esos niños aprendan cada día, que se desenvuelvan en su entorno con naturalidad y que mantengan esa motivación y ganas de aprender a lo largo de su vida, y todo ello con grandes ideas y propuestas que… no son puestas en práctica. ¿Por qué? Por la misma razón citada anteriormente, la educación está tan estructurada, cerrada y anquilosada, tan ofuscada en asignar niveles, calificaciones y títulos, que se olvida que en otra época la escuela servía para educar, enseñar y aprender.

Richard Gerver lo tiene claro, esta educación provoca que nuevos docentes se sientan enjaulados al no poder conceder a sus alumnos aquello que se merecen, aquello que necesitan; al mismo tiempo, los alumnos sufren desmotivación, desgana, apatía… aborrecen el colegio, rechazan los libros y no menciones la palabra aprender, pues tanto maestro como alumno son presas de la frustración.

Cuántas veces no se le oirá decir a un alumno “Pero, ¿para qué me sirve esto?”, es más, cuántas veces no lo hemos pronunciado nosotros mismos.

La cuestión es clara, nuevos docentes, alumnos que resultan ser nativos digitales, recursos innovadores y atractivos a disposición de ambos… pero sin grandes resultados.

Hemos olvidado por completo que el aprendizaje no consiste en un resultado final con mejor o peor nota, la belleza de aprender está en el proceso de aprendizaje, en la pregunta previa, la duda consiguiente, la curiosidad, la investigación… y, al fin, la sensación de satisfacción por tener la respuesta.

Sin duda, una escuela que nos ha parecido la esperanza de la educación y que nos ha hecho plantearnos si tal vez aun queda algo de luz en este ámbito, es la Institución Educativa SEK (Cataluña). Una escuela, donde los alumnos tratan todas las áreas, todos los conocimientos, contenidos y competencias sin dividirlos en bloques o individualizarlos, partiendo de preguntas que cualquier alumno puede plantearse, todo tipo de temas que se relacionan con la vida diaria, guiando y animando a los estudiantes para que sean ellos mismos quienes encuentren la respuesta, trabajando en equipo, fomentando el compañerismo y desarrollando la empatía, cualidades tan necesarias en la sociedad actual en la que nos movemos y, por desgracia, tan escasas.

La solución. Complicada. O puede que no.

Evidentemente,  como hemos dicho al principio, los nativos digitales saben de tecnologías, son capaces de resolver cualquier duda pulsando una tecla, realmente no necesitan que un profesor se plante delante de ellos a hablarles de la teoría de la Gravedad de Newton, pero sí que alguien les incite a investigar por qué los objetos caen, que les ofrezca los recursos para averiguarlo por ellos mismos, que relacione dicho conocimiento con otros muchos que, si no posee ya, podría poseer; y, por supuesto, si ellos controlan las tecnologías, por qué no van a poder lograr esos conocimientos a través de ellas.

La clave está en la metodología.

Aplicar tecnologías está bien, pero si continuamos anquilosados, obcecados en que el sistema educativo en que nos movemos es correcto, la metodología no cambiará, los alumnos seguirán aburriéndose aunque les demos un portátil, los profesores se frustrarán más y se rendirán ante la fuerza de esta educación y, en lugar de retornar a aquellos orígenes en los que aprender era importante, derivaremos a un futuro donde dará igual lo que sepas mientras tengas un título que parezca demostrar que sabes mucho, cuando, en realidad, no sabes nada.

Una recomendación... Ved el siguiente vídeo, estamos seguras de que se refleja de manera espléndida lo aquí comentado y, tal vez, os haga sacar vuestras propias conclusiones que esperamos compartáis con nosotras:



Tania y Valeria

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